lunes, 27 de septiembre de 2010

Llego el día.


Un lunes ni tan cualquiera en el que te levantas con los ánimos hasta por los cielos, que es donde pronto te encontraras, y con un millón de exámenes por dar. Sin embargo sabes que ni eso podría malograr tu día.

Todo casi perfecto, pues no creo en la perfección.

Eran las doce del medio día y todo estaba como debía estarlo, yo con las emociones un poco alborotadas y las ansias aun en el límite de control.

Se supone que todo debía continuar así…

Para que en un par de horas me encuentre tranquila y mas que feliz dirigiéndome al aeropuerto, y amanecer en mi próximo destino Puerto Alegre, Brasil.

Pero esta señorita tiene la manía de esperar mucho de los demás, de creerse todo lo que le dicen y de no saber cómo eliminar el temperamento de sus días.

Supongo que la culpa no es de nadie más que mía, y aunque luego de llorar un par de horas y de visitar el mundo de los sueños para dejar a un lado ese mal estado de ánimo; Estoy aquí intentado borrar las lagrimas de mi rostro y dejando atrás el drama, de una casi decepción que espero en estas “vacaciones” pueda superar.

Por ahora en estas semanas nada ni nadie van a arruinar, lo que el destino me tenga preparado.

Y si en el camino tenga que dejar a un par de lazos rotos. Que así sea.

Porque te aseguro que si yo soy la que siempre comienza todo, soy quien tiene las riendas en su vida para terminarlo de la misma manera.

Quizás sea el coraje y la tristeza la que estén escribiendo pero esas se irán ya. Para convertirse en la felicidad que no debí dejar en todo el día.

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