
Habíamos extrañado tanto la sensación de la música retumbando en nuestros oídos que contuvimos las ganas de mover los pies hasta morir una semana. Solo 7 días para regresar a las reus de siempre. Esas a las que ella no frecuentaba mucho y las cuales son imperdibles para mí.
Solo sé que teníamos muchas ganas de divertirnos. Como los viejos y actuales tiempos.
Pero yo había olvidado esa terrible asignatura pendiente.
Ella es mi psicóloga sin profesión alguna, aun. Y conoce mi historia mil veces mejor que como la podría escribir, pues es parte de ella.
La noche era joven y con un par de pasos de salsa al son de una canción y nuestros pasos locos todo iba bien.
Sin embargo a veces ay cosas que no podemos comprender.
Como el porqué ocasionar un momento incomodo, cuando sabes cuál será la reacción de una persona. En este caso yo. Y ser más que masoquista pensando que con eso conseguiría algo.
Soy lo suficientemente consiente de mis decisiones, como para saber que no cambiare de parecer por un buen tiempo. Y eso muchas personas lo debería tener en claro.
Y ahí aparece ella, con su risa contagiosa que salvo mi noche de sumergirse en un profundo “me da cólera”.
Que reapareció cuando me levante y mi mami se encargo de recordármelo de nuevo.
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